Acero y veneno

Una vez le contaron una historia sobre un universo paralelo, con un sistema solar paralelo; con un mundo humano diferente. Ese mundo había fracasado. Esos humanos habían fracasado. No supieron entenderse ellos mismos individualmente, por lo tanto no supieron relacionarse socialmente. Al principio del razonamiento humano, hablando de cuándo el arte tendría que haber empezado y el planteamiento de la vida también, guardaron lo que les hacía personas en cajas. Eran las cajas más bonitas del mundo, eran las cajas que merecían tener lo que contenían, eran cajas fuertes, cajas seguras, eran invencibles. Solo las podían manipular sus dueños; ese era el peligro. Allí metían todo lo que escapaba de su comprensión, todo aquello que les pudiera provocar miedo, todo aquello que no reconocían, todo aquello que no aceptaban.
    Esos seres dejaron de ser humanos, dejaron de sentir y por lo tanto dejaron de sobrevivir. Y sin darse cuenta fueron desapareciendo de lo vivo.
    Esas cajas se guardaban con los cadáveres de sus antiguos dueños, al morir, toda su esencia quedaba allí atrapada, todo lo que brillaba de la persona, todo lo que les hacía humanos restaba allí como había hecho durante el tiempo de vida de esos seres.
    No obstante, esa raza no se extinguió; se dividió. No era una división estricta, ya que había gente gris que se renovaba a humano, y gente humana que se rendía y se convertía en algo que no era, utilizando así la caja. En la Tierra, hay gente que se enfrenta a todo lo que existe, sabiendo que al superándolo serán aún más fuertes, divertiendose a cada reto y abriéndose a todo lo nuevo; disfrutando de los caminos desconocidos y riéndose de lo que puedan. Y otro tipo de personas que lo que hacen es pulsar el botón de automático y se dejan llevar por la corriente, porque eso es lo fácil, es lo normal, es lo que hace todo el mundo.
    Cuando no notas nada sabes que estás muerto, cuándo no piensas y te dejas llevar estas muerto sin ser consciente. La Tierra es un mundo de mentiras, el Otro es un mundo de realidades frías, pero aún así, verdades. 
    No es de esperar que exista otra raza de “humanos”; esos que pueden controlarse. Esos que saben que es necesario todo lo que sentimos, algo tan agrio como el miedo y la tristeza. Porque sin eso no haríamos la mitad de cosas de las que hacemos y no seríamos quienes en realidad estamos destinados a ser.


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